Antes de constituir tu negocio y tomar cualquier paso, es importante tener claro qué camino te conviene más, y cual quieres tomar. Cualquier emprendedor con intención de desarrollar un proyecto o idea tiene que elegir entre emprender como autónomo o con una sociedad.
Antes de nada, echemos un vistazo a la diferencia entre ambos, y a lo que implica cada uno de los modos de emprender.
¿Cuál es la diferencia entre ser autónomo y formar una sociedad?
Empecemos por entender bien cada uno de los conceptos. Un autónomo es aquella persona que trabaja por cuenta propia desarrollando una actividad económica de carácter lucrativo y no depende de ninguna otra persona para ello.
Una sociedad, por otro lado, tiene una personalidad jurídica que acoge a uno o varios socios para el desarrollo de una actividad económica, también con ánimo de lucro.
Esta distinción no es suficiente para tomar una decisión bien fundada, por lo que toca echar un vistazo más detallado a los elementos a tener en cuenta.
¿Qué aspectos hay que tener en cuenta?
Tomar esta decisión puede traer mucha incertidumbre, por lo que es conveniente que tengamos en cuenta diversos puntos decisivos, y que en base a ellos estudiemos qué opción se adapta mejor a nuestras ideas. Entre estos criterios destacan los siguientes:
Número de socios
A la hora de encontrar diferencias entre estos dos tipos de formas jurídicas, el más obvio que podemos encontrar es el número de personas implicadas en el negocio. ¿Qué quiere decir esto?
Si estás pensando en iniciar una actividad económica en la cual tú eres el único responsable y no requieres de más ayuda, puede que la opción de hacerte autónomo sea la más adecuada. Por otro lado, si se trata de una actividad colectiva de la que forman parte varios socios, es más sensato que te decantes por una sociedad, ya que da más opciones a la hora de establecer la relación que los socios tienen entre si y para con la empresa.
Responsabilidad
Si no buscas responsabilidad ilimitada y prefieres ser responsable en base a la cantidad aportada para la constitución de la empresa, una sociedad te da más opciones para hacerlo. Siendo autónomo, eres responsable personalmente frente a cualquier deuda a terceros.
Proceso de constitución
La constitución de un negocio como autónomo es más fácil y barata que la de una sociedad, ya que requiere menos papeleo, y tiene muchos menos pasos. No requiere capital social inicial, y los trámites de gestión se pueden completar en menos de 5 días hábiles.
Impuestos a pagar
Este también es un tema importante. Siendo autónomo, vas a tributar por IRPF, mientras que siendo una sociedad, pagarás el impuesto de sociedades. El IRPF es un impuesto progresivo, por lo que pagarás más conforme aumenten tus ingresos, mientras que el impuesto de sociedades es fijo. La última tiene más valor en vistas a dejar parte del patrimonio en la sociedad.
Créditos bancarios
Un punto clave a la hora de emprender es poder contar con la financiación necesaria. A la hora de pedir préstamos, las sociedades tienen más facilidades. Esto se debe a que la constitución de las mismas está mejor detallada, y puede que en ocasiones transmitan mayor seguridad económica ante las entidades bancarias.
¿Quieres una empresa grande o pequeña?
Las sociedades suelen dar pie a empresas de mayor tamaño, con capacidad de manejar volúmenes de facturación más elevados. ¿Cuáles son los planes de futuro para tu empresa?
Sea cual sea la forma jurídica que elijas, trabajar por cuenta propia y empezar una empresa no es fácil, por lo que si estás dando tus primeros pasos, contar con la ayuda de un asesor puede serte de gran ayuda. Deja que te ayudemos a establecer tu negocio y llevarlo a lo más alto de la mano de profesionales.
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