¿Qué es el teletrabajo? ¿Qué implica?

¿Quién no ha escuchado todavía la palabra teletrabajo?

Desde marzo todos hemos aprendido de manera forzosa nuevos términos que nunca habíamos tenido la necesidad de saber. Sin duda el teletrabajo forma parte de este grupo de palabras que, sobre todo tras la aprobación de la nueva Ley de teletrabajo, han tomado importancia en el ámbito del derecho laboral, y en cómo las empresas y los trabajadores han transformado sus métodos de trabajo para adaptarse a las restricciones de movilidad y las medidas sanitarias que se han impuesto por el Gobierno para paliar la crisis sanitaria y económica provocada por la COVID-19. 

Hasta el año 2020, sólo 900.000 trabajadores prestaban sus servicios de forma remota sin necesidad de acudir al centro de trabajo. Durante este año 2020, se ha triplicado esa cifra, hasta llegar a los 3 millones aproximadamente, y grandes empresas como Repsol, Telefónica y Nokia han apostado por su aplicación con éxito. Pero, ¿va a mantenerse el teletrabajo cuando la pandemia pase?

Para dar respuesta a esta pregunta, es necesario analizar tres cuestiones importantes: las ventajas y desventajas del teletrabajo, la capacidad de aplicación del teletrabajo en España en función de los sectores mayoritarios de actividad y la tendencia que tiene la Unión Europea.

Ventajas y desventajas del teletrabajo para el empresario y el trabajador 

Ventajas del teletrabajo:

La mayor ventaja que, tras analizar la nueva Ley de teletrabajo, hemos podido extraer, es que beneficia a todas las empresas con independencia del domicilio del centro de trabajo y del propio trabajador. Pese a que las estadísticas indican que Madrid es la provincia con mayor porcentaje de aplicación del teletrabajo, no necesariamente debe asociarse la idea del teletrabajo con grandes urbes. De hecho, se configura como una medida fundamental para favorecer el retorno de la población al medio rural, pues al suprimir la necesidad de trasladarse al centro de trabajo, no es necesario, ni hacer cambiar de domicilio a los trabajadores, ni hacerles invertir tiempo y dinero en estos traslados. Esto además puede traducirse en un abaratamiento de los costes fijos de la empresa, especialmente en los gastos de alquiler e impuestos, al poder abrir sus oficinas o centros de trabajo en lugares menos céntricos, o situados en pequeños municipios, cuyo precio del suelo sea más barato, así como las tasas de basuras, comunidad de propietarios, impuesto sobre bienes inmuebles o similares. Además, existen numerosas bonificaciones y ayudas para empresas que trasladen sus centros o instalaciones a municipios menos poblados como medida de contención del éxodo rural. 

Además, al no acudir los trabajadores al centro de trabajo, también se producirá un ahorro en los costes derivados de suministros eléctricos, agua y gas, pues o bien el centro tiene menores dimensiones de las que necesitaría para albergar a toda la plantilla si trabajasen presencialmente, o bien no se utiliza en su totalidad. Este ahorro contribuye también a una mayor eficiencia en el uso de los recursos por parte de las empresas, e incluso de los propios trabajadores como consecuencia directa de sus desplazamientos al centro de trabajo, disminuyendo la contaminación en tanto en cuanto se reducen también el uso de vehículos privados y públicos, teniendo efectos positivos en la reducción de emisión de gases de efecto invernadero.

En consonancia con lo anterior, los Gobiernos autonómicos han querido fomentar el teletrabajo ofreciendo cuantiosas ayudas, que pueden llegar hasta los 2.500 euros en algunas comunidades, para contrataciones que se realicen bajo esta modalidad, o transformaciones de puestos de trabajo presenciales que pasen a modalidad de teletrabajo.

También supone un gran pilar sobre el que asentar la regulación legal del teletrabajo su carácter voluntario, pues se aleja de la organización rígida por parte de la empresa, permitiendo al empleador tener una mejor distribución de sus recursos humanos en función del trabajo que realizan, suponiendo una gran mejora en lo relativo a productividad, atracción y retención de trabajadores y reducción del absentismo, a la vez que consigue que sus empleados tengan una mejor experiencia laboral y aumente su compromiso y competitividad, por encontrarse en ambientes de trabajo más flexibles y amoldados al resto de ámbitos no laborales de su vida.

Si el teletrabajo se realiza desde la propia vivienda, fomenta además un ahorro general de las cargas económicas de los núcleos familiares, especialmente en casos en los que haya menores que requieran del cuidado de sus progenitores, al no tener que contratar “canguros” o guarderías, así como una mayor posibilidad de conciliación real, derivada de una mayor flexibilidad de los tiempos de trabajo y los descansos, sin la rigidez del conocido como “horario de oficina”, pudiendo de esa forma ausentarse en momentos concretos del día por necesidades puntuales y recuperar esas horas en otros momentos, y de una ampliación de las horas de ocio de las que puede disponer una persona, al no perder tiempo en desplazamientos, atascos, etc. 

Desventajas del teletrabajo: 

Por otro lado, se ha detectado que el teletrabajo puede también suponer ciertas desventajas. Las más notables son las dificultades y deficiencias en la organización del trabajo entre personas en modalidad presencial y en modalidad de teletrabajo. Además, los trabajadores pueden sentir que se encuentran en un horario continuo, que nunca desconectan del trabajo ni de los dispositivos electrónicos del trabajo, como el ordenador o el móvil de empresa, lo que puede generar fatiga informática, así como sentir que están aislados del resto de la plantilla, lo que podría derivar en una pérdida de identidad corporativa.

Capacidad de aplicación del teletrabajo en función del sector

Respecto de la segunda cuestión a analizar, debemos partir de la base que no todos los trabajos son susceptibles de realizarse bajo esta modalidad. Así, gran parte de la población que se dedique a trabajos relativos a la industria y la construcción o al sector servicios, especialmente aquellos que se encuadren en la hostelería y el turismo. Según un estudio de Randstad sobre viabilidad del teletrabajo, se estima que casi cuatro millones y medio de profesionales podrían acogerse al teletrabajo en España. 

Concretamente, los sectores con mayor posibilidad de aplicar con éxito el teletrabajo son información y comunicaciones (67,3%), actividades inmobiliarias (64,2%), financieras y de seguros (61%) y las vinculadas a la educación (61,1%). 

Los sectores con mayor dificultad para aplicar el teletrabajo, siendo la otra cara de la moneda, son la agricultura, ganadería y pesca (8,2%), las actividades del hogar (9,3%) y la construcción (12,9%).

Tendencia internacional y de la Unión Europea

Por último, para concluir el análisis de la viabilidad del teletrabajo, conviene observar también la regulación desarrollada por la Unión Europea o por otras organizaciones supranacionales. La legislación española del teletrabajo hace alusión directa al Acuerdo Marco Europeo sobre Teletrabajo de 2002, revisada en 2009, y al Convenio nº 177 de la Organización Internacional del Trabajo, que regulan las condiciones laborales de los teletrabajadores, como piedra angular sobre la que cimentar las legislaciones de los países a este respecto. De hecho, según un estudio de Eurostat, varios países de la Eurozona tenían porcentajes de teletrabajo puntual entre el 8% y el 14%, y entre el 20% y el 30% de forma habitual.

Como conclusión, podemos decir que el teletrabajo en España ha venido por un motivo, pero va a quedarse por otro, y que la respuesta que se ha dado en muchos centros de trabajo por parte de la empresa ha sido por necesidad, pero en el futuro va a ser una decisión estratégica, ya sea de ahorro de costes económicos, de mayor globalización o de mayor satisfacción de los trabajadores de la plantilla. 

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