Los impuestos medioambientales son aquellos establecidos por la Unión Europea para hacer frente al cambio climático y la contaminación general emitida por las diferentes industrias. Estos impuestos son un intento de promover el uso eficiente de energía e intentar que los recursos a nuestro alcance se utilicen de manera sostenible.

Todos hemos notado el impacto del cambio climático, y estamos enterados de los peligros que supone para nuestro futuro.  Aun así, son muchos los negocios que no están concienciados con la gravedad de la situación. Por ello, la Unión Europea ha establecido ciertos impuestos para obligar a las empresas a utilizar sus recursos de la manera más sostenible y limpia posible.

¿Qué son exactamente los impuestos medioambientales?

A diferencia de muchos otros impuestos, estos no benefician a los que siguen las normas, pero sí sancionan a los que no lo hacen. Van ligados al uso de materiales con impacto negativo en el medio ambiente, y utilizan las unidades físicas de los mismos como base imponible.

¿Qué gravan estos impuestos?

Existen numerosos actos gravados por este tipo de impuestos. Veamos algunos de los ejemplos más recurrentes para tener una idea más clara de la función de estos tributos. Para consultar más detalladamente las actividades que van ligadas a este impuesto, échale un vistazo a la lista del Instituto Nacional de Estadística (INE) o la página de la Agencia Tributaria:

¿Cuánto se paga por estos impuestos?

Aunque últimamente la cantidad de impuestos medioambientales recogida por Hacienda ha ido disminuyendo, se sigue recaudando una suma considerable. Estos impuestos vienen mayormente de las actividades relacionadas con el uso de energía, que son las más recurrentes.

La cantidad a pagar vendrá definida por la “unidad física de material con impacto negativo” que estemos utilizando. Existen numerosos modelos tributarios, entre ellos el 583, 584, 585, 586,587, 588, 591, a los que debemos referirnos para la autoliquidación y declaración de dichos impuestos.

La tramitación de impuestos es un tema un tanto complicado, que requiere tiempo y conocimiento previo. Si no dispones de ambos, recurrir a un asesor fiscal especializado puede ser la solución más adecuada. Así te dejarás de preocuparte por posibles efectos legales derivados de un pequeño descuido.


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