Seguro que más de una vez y cada vez con más frecuencia has experimentado con los clientes de tu empresa esa relación de amor-odio muy común entre las parejas más pasionales. Como decía un jefe que tuve hace tiempo:

“¡Ay! los clientes, ese mal imprescindible de cualquier empresa”.

Y sí, es cierto que los clientes consumen gran parte del tiempo y recursos de cualquier negocio: primero llamamos a su puerta, intentamos convencerlos para que usen nuestros productos o servicios, hacemos todo lo posible por ser los mejores anfitriones, aceptamos sus exigencias porque ellos siempre tienen razón, queremos que se sientan cómodos en cualquier momento y muchas veces aceptamos que nos paguen cuando realmente a nosotros no nos conviene.

Qué bonito es captar un cliente y que ansiedad genera esperar que ese mismo cliente te pague en el tiempo y forma acordado.

Venga, admitidlo, ¿cuántas veces un cliente no ha cumplido con su obligación de pago en la fecha acordada?

No respondáis aquellos que tenéis negocios donde cobráis al contado y no tenéis riesgo de crédito, pero aún así andaros con ojo porque ese cliente agradable y simpático puede llegar un día y no volver a entrar por la puerta; y es en ese momento donde no contemplabas una falta de ingresos cuando puedes sentir los escalofríos de las tensiones de tesorería.

En este mundo tan competitivo donde nos ha tocado vivir, es lógico pensar que ofrecer ventajas en el pago a nuestros clientes nos puede generar mayores volúmenes de ventas, pero es muy importante tener muy claro el flujo de efectivo de la empresa.

Es esencial que seamos congruentes con los periodos en los que tenemos que pagar a nuestros proveedores y los periodos de cobro de nuestros clientes.

Es una obviedad decir que cuanto más tarde paguemos a nuestros proveedores y antes cobremos de nuestros clientes mejor, porque tendremos un flujo de caja positivo que evita costes financieros en ocasiones innecesarios y podremos gestionar con mayor tranquilidad las finanzas diarias.

Mecanismos que nos pueden ayudar a reducir el periodo de cobro

Sabemos que es poco probable que esta situación tan idílica pueda ajustarse a la realidad de nuestra empresa. Si es así, no nos va a quedar otra que asumir y aceptar determinados riesgos en las condiciones de pago acordadas con los clientes, si bien existen determinados mecanismos que nos pueden ayudar a reducir el periodo de cobro de nuestras facturas:

Tengo que resaltar que es muy bonito vender pero cuando concedemos crédito a un cliente tenemos que ser muy analíticos y precavidos con nuestras políticas de gestión de clientes porque probablemente no todos los clientes se merecen crédito por nuestra parte.

Análisis de riesgos

Es más, como decíamos antes, la mejor situación posible es aquella en la que puedo cobrar al contado. Por lo tanto es necesario detenerse a analizar el riesgo que concedes a tus clientes:

Estas políticas de crédito a nuestros clientes con toda seguridad nos obligarán a solicitar financiación para poder cubrir las necesidades de capital circulante. Recordad una vez más, cuanto más estrecho sea el periodo entre el pago a proveedores y el cobro de los clientes menos necesidades de financiación necesitará nuestro negocio.

Antes de nada, paraos a pensar un segundo todo lo que implica conceder riesgo a un cliente, ya hemos hablado de la coherencia de los flujos de las operaciones, del análisis del riesgo, y ahora de la financiación. Esto quiere decir que conceder crédito comercial nos va a costar dinero.

Por lo tanto, es clave saber cuánto nos cuesta esa facilidad comercial que ponemos a disposición de los clientes porque, o asumimos el coste y penalizamos nuestro margen, o incorporamos ese coste en el precio de venta para repercutirlo al cliente.

Opciones de financiación de cobros

Ya os hablamos en el post anterior de las opciones de financiación de vuestros cobros. Muy brevemente para que no se haga muy pesada la lectura, me gustaría nombrar algunas de vuestras opciones de nuevo:

Es muy importante tener controlado el cobro de nuestros clientes, cualquier retraso, error en los plazos o la posibilidad de no poder acceder a financiación puede provocar tensiones de tesorería que nos obliguen a tomar decisiones que probablemente no querramos tomar.

Los clientes son la razón de ser de las empresas pero tenemos que ser conscientes que los clientes que no nos pagan son los peores enemigos de la sostenibilidad financiera de cualquier negocio.

Por favor, analizad a vuestros clientes, planificad los cobros, decidid la financiación, controlad los retrasos, contactad con los clientes e intentad anticiparos a cualquier situación.  


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Vamos, ¡la parte chula de las finanzas!